Desde hace algunos años, la kombucha es una bebida estrella entre los gastrónomos de todo el mundo. Elaborada de forma tradicional desde hace siglos, esta bebida se comercializa ahora a gran escala por marcas que se suben a la ola de la alimentación sana.

Kombucha de té verde, kombucha de jengibre, kombucha de limón… ¡Hay muchas versiones de esta poción en las estanterías de las tiendas ecológicas! Sin embargo, las propiedades terapéuticas de esta bebida probiótica están muy sobrevaloradas, según algunos observadores… Entonces, la kombucha, ¿desintoxicación o intoxicación?

¿Qué es la kombucha?

Originaria de las estepas de Asia Central, la kombucha se consume en China desde hace más de dos siglos antes de nuestra era. Poco a poco, su sabor ácido y su color ámbar sedujeron a toda Asia, a Rusia y luego al resto del mundo.

¿El secreto de su fabricación? Una base de té dulce en la que se sumerge un hongo que da nombre a la bebida: kombucha. También conocido como simbionte o “madre de la kombucha”, adopta la forma de una membrana espesa, parduzca y viscosa. ¡No es muy sexy a primera vista!

Afortunadamente, este elemento se elimina de la mezcla siete días después, cuando la bebida ha fermentado. ¿El principio? Las levaduras del hongo transforman el azúcar del té en probióticos: microorganismos a priori beneficiosos para la salud.

¿Cuáles son los beneficios de la kombucha?

Propiedades antioxidantes, digestivas, protectoras y diuréticas… ¡El kombucha se presenta a menudo como una bebida milagrosa, el Santo Grial de la dietética! Pero hasta la fecha, ningún estudio científico ha podido validar estos presupuestos terapéuticos.

Sin embargo, una cosa es cierta: la kombucha es (muy) dulce, ¡e incluso alcohólica! De hecho, un litro de la bebida contiene casi 70g de azúcar. Una proporción muy alta, para una poción que pretende ser saludable… A la que se le añade un 2% de alcohol. ¿Los culpables? ¡Las levaduras del hongo! Durante la fermentación, transforman los azúcares en alcohol. Afortunadamente, los probióticos entran en juego y transforman casi todo el alcohol en ácido. Excepto el 2% restante.

Por otra parte, la mayoría de las bebidas disponibles en el mercado carecen de bacterias terapéuticas potenciales, destruidas por los conservantes o el proceso de pasteurización.

Precauciones de uso

Como puedes ver, los beneficios de la kombucha son bastante relativos. En general, su perfil nutricional depende en gran medida del proceso de fabricación utilizado por las marcas que lo comercializan. Así que, antes de ceder, no dudes en echar un vistazo a las calorías y, sobre todo, al contenido de azúcar.

Además, la acidez de la bebida puede, si se consume en cantidades excesivas, dañar el esmalte de los dientes y provocar dolor gástrico… ¡Cuidado con el consumo excesivo!

La última advertencia se dirige a las mujeres lactantes o embarazadas, y a todos los consumidores que se enfrentan a un debilitamiento de su sistema inmunitario (fatiga, estrés, falta de sueño…). Como las bacterias vivas de la bebida pueden ser perjudiciales, es mejor dejar la kombucha donde está: en el supermercado.

¿Tienes un paladar atrevido y pruebas bebidas originales más por curiosidad que por sus supuestos beneficios? Entonces la kombucha y sus probióticos seguro que te atraen 😉

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